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Lessons from Philip II

Felipe II fue el primer administrador público moderno. Heredó y expandió un reino en el que no se ponía el sol y lo organizó con relativo éxito, sentando las bases de dos siglos ininterrumpidos de dominio español. En su gestión como estratega de gobierno los expertos han identificado los mismos sesgos y errores de líderes empresariales y políticos contemporáneos, así como metodologías y procedimientos de administración exitosos que hoy reciben nombres rimbombantes en boca de coaches que cobran por decir obviedades. Nada nuevo bajo el sol (La Gran Estrategia de Felipe II, Geoffrey Parker, 1998).

Uno de sus más salientes defectos como administrador fue lo que hoy se conoce como microgerencia acompañada de los sesgos Dunning-Kruger y de confirmación: hacía que todo tipo de decisión (desde la invasión a Inglaterra y la guerra de Flandes, hasta  los planos del Escorial y el inventario de su magnífica biblioteca) pasara por su escritorio y, además, pensaba que se las sabía todas y tendía a desestimar los elementos de juicio y las opiniones de sus propios asesores que no encajaran en sus prejuicios.

Si bien depuró una eficiente organización administrativa, estructurada a partir de Consejos o comités de expertos, y la profesionalizó alejando de los cargos de poder a la nobleza en favor de letrados (funcionarios profesionales expertos en leyes, finanzas y otras disciplinas) que hacían predecibles las decisiones y las basaban en antecedentes, posible gracias a la organización del primer archivo moderno (el de Simancas), lo cierto es que centralizó de tal manera la toma de decisiones que a esa forma de gestión se achacan hoy sus grandes fracasos (Felipe de España, Henry Kamen, 1998).

A pesar de dirigir el más poderoso aparato económico, que incluía los virreinatos del Nuevo Mundo, Felipe -que también recibió de Carlos V una balanza comercial deficitaria y un pesado sobreendeudamiento- tuvo que enfrentar no una ni dos sino cuatro bancarrotas de la Corona, situaciones que sorteó con mayor o menor fortuna, pero en todo caso a costos muy altos. Todo endeudamiento posterior a cada quiebra era más caro que el anterior, y tuvo que emplear todas las palancas de reorganización financiera (moratoria, bonos del tesoro -juros-, quitas, nuevas financiaciones, etc.) para reacomodar el gigantesco sistema administrativo.

Si uno de los mejores administradores de todos los tiempos, a cargo de la más fabulosa fuente de ingresos de que se haya tenido noticia, tuvo que enfrentar varias insolvencias, los administradores de empresas de todo tamaño deben entender (i) que ningún negocio está exento de problemas que comprometan su viabilidad; (ii) que deben tomar distancia, conocer sus límites y oír a los expertos; y (iii) que las herramientas legales están ahí para usarlas, sin miedo. Que no haga carrera el tópico según el cual el mejor concurso de acreedores es el que se evita. Se trata de una herramienta cuyo uso oportuno y razonable puede revertir eficazmente situaciones críticas.